INSPIRATION. IN THE MOOD FOR FESTIVALS

Desde que el Festival de Monterey arrivó a la escena de la música en 1967, la aventura de ir y venir a los grandes estadios y la experiencia de mezclar cualquier show de los Rolling Stones o Zeppelin con la diversión de 3 días y una multiplicidad de distracciones, nunca fue la misma. Y tras los acordes y la inolvidable imagen de ver a un clásico o un nuevo descubrimiento en acción, el estilo de los festival goers comenzó a transformarse en parte importante de la experiencia.

En lugares como Glastonbury, Reader o Isle of Wight, el espíritu libre y desordenado permite a los asistentes, famosos o no, desplegar sus habilidades para acomodarse al clima, soportar la falta de limpieza o disfrutar a lo hippie el ambiente natural del espacio junto con salir estiloso del mismo. Ya se comenzaban a inspirar en las excentricidades propias de estos festivales, y a fines de los '60 pudimos ver a un Brian Jones y un Jimi Hendrix conservando el toque pirata glam a través de sus accesorios y camisas teatrales, que aunque no manifestban novedad alguna, si representaban ese estilo original que los músicos y asistentes experimentan a través de cualquier jornada de Monterey o Coachella.

Ya por estos días, muchos intentan seguir recreando el free spirit que se mantiene como la escencia de los festivales musicales. Desde conjugar tenidas vintage con sombreros o lentes imposibles de exponer en un día normal, hasta jugar a ser una Anita Pallenberg o una Marianne Faithfull al son de lo boho o la micromini con viejas botas de cuero. Y en estas circunstancias, todo está permitido.