Antes que Roman Polanski ganara un Oscar como Mejor Director por la cinta El Pianista, y narrara la historia del pianista clásico Wladyslaw Szpliman y su lucha por sobrevivir, tuvo dos cintas ochenteras que incluyeron grandes temas del pop. En 1988, reclutó a Harrison Ford y su futura esposa Emanuelle Seigner para participar de la historia de conspiración con fondo parisino llamada Frantic, que en una escena incluye la visita a una discoteque de moda con Libertango de Grace Jones de fondo.
Para 1992, Hugh Grant recién participaba de películas y aun no era el protagonista lindo de los romances actuales; su experiencia incluía, de hecho, más trabajo con directores de culto que del mainstream hollywoodense -Ken Russell, James Ivory-, y roles alejados del estereotipo actual. Polanski lo reclutó para personificar a un inocente recién casado en Bitter Moon, el cual emprende un viaje en crucero donde conoce la historia de amor y desamor de una extraña pareja, personificada por Peter Coyote y Emanuelle Seigner. En una de las escenas más recordadas, la esposa de Grant (Kristin Scott-Thomas) baila con Seigner al ritmo de Slave to love de Bryan Ferry, dejando algo más que la traición al descubierto.
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