¿Quién dijo que ningún fotógrafo chileno había triunfado en Vogue? Pues a fines de los '60, la modelo chilena internacional Marta Montt - que por ese entonces era una aspirante a ese título-, se movía desde su natal país hasta Europa, viajando con su amigo el fotógrafo Raymundo de Larraín. Proveniente de una familia de aristócratas -aunque se hacía llamar Conde, su familia no había requerido legalmente el título luego de unos años-, De Larraín calzó perfectamente en el jet-set internacional, donde hizo migas con la icónica diseñadora francesa Jacqueline de Ribes, que además de ser artífice del buen vivir y vestir, era Vizcondesa. Ambos fueron fotografiados por el legendario Richard Avedon en 1961, vistiendo de Dior. De Larraín persiguió una perfecta carrera en la fotografía profesional, desempeñando ese rol por las páginas de US Vogue, Town & Country y Life Magazine. Bajo su lente se situaron Jimi Hendrix, las hermanas Martínez, y por supuesto, la gran Marta Montt en impresionantes fotografías que se dieron a conocer en Vogue en 1971.
La vida de este personaje estuvo rodeada de lujo, viajes y glamour, apareciendo de vez en cuando en la prensa gracias a sus amistades y a su relación con su excéntrico tío, el Marqués George de Cuevas, que mantenía su propia corte y ballet en Europa, además de ser el mecenas de Dalí. A su muerte, Raymundo continuó con su obra, en la cual se incluyó a Nureyev, pero cerró el ballet en 1962, además de protagonizar una controvertida historia al casarse con la viuda de su tío, nada más ni nada menos que una de las nietas de la fortuna Rockefeller.
En los '80, De Larraín fue Agregado Cultural de Chile en España, donde se radicó con su nueva esposa. Murió en 1988, y su familia decidió en 1989 donar todos los trajes y escenografías que utilizaba en la compañía de su tío al Teatro Municipal de Santiago, preservando su gusto y amor por las artes.
1 comentario:
Me encanta el efecto caleidoscópico de las imágenes! Tan setentero.
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