El amor de ciertos directores de cine por el romanticismo más sofisticado, vive desde siempre en nombres tan importantes como Woody Allen o incluso Wes Anderson. La película The Longest Week quizás no sea la mejor dentro de su género, pero combina fielmente el estilo de los dos directores anteriores, convirtiendo Nueva York en una especie de mini París con guiños a Godard y Lelouch.
La historia gira en torno a un acaudalado adolescente de 40 años -porque aun vive mantenido por sus padres-, llamado Conrad Valmont (Jason Bateman). Luego de quedar desheredado y no saber qué hacer con su vida, se enamora de la modelo/músico Beatrice Fairbanks (Olivia Wilde), pero la figura de su mejor amigo Dylan Tate (Billy Crudup) amenaza la felicidad. Dentro de la historia, la estética es sin lugar a dudas algo relevante, al punto de acomodarse en detalles que nos recuerdan a Allen/Anderson: la narración en off, estilo total del director de Manhattan; el gusto por lo vintage, algo típico del director de Rushmore y por supuesto, esos lugares comunes que de alguna forman resultan nostálgicos, como las escenas donde la pareja pasea, come o incluso baila tal como alguna vez lo hiciera Anna Karina y Jean Paul Belmondo. Pero el problema, es que se queda solo en la estética y la historia resulta tediosa para más de alguno.








